Que me deja el 2019 y que espero del 2020..


Todos los días entré a la universidad, convencido de que mi labor es fortalecer jóvenes mentes, sobre su interés del conocimiento, para que ningún adolescente decida completamente a ciegas, sobre las grandes Interrogantes de su fresca edad.

No sé cuánto llega, tampoco sé que anida en sus cabezas, pero trato de hacer algo que los inquiete ante las multi realidades y busquen en la ciencia una herramienta que proporcione datos para que construyan su propio sistema de saberes. Trato de que tengan la ventaja de reducir el riesgo con conocimiento, porque también he visto las historias con finales no tan felices, a causa de decisiones muchas veces inoportunas o inadecuadas.

Trato de acompañarles en una etapa de abstracción y decisiones que mucha veces nos sobrepasan. Comprendiendo que este proceso les acompañará por el resto de su vida adulta.

Quisiera alimentar aún más su mente y su corazón para que estén lejos del umbral de decisiones, que podrían afectarlos duramente o en separarlos de su sueño de ser universitario, pero no tenemos una efectividad del 100%, pues cada vida es un mundo con infinidad de variables que lo tornan complejo y a la vez fascinante.

A ese porcentaje, de los que tienen problemas mayores les doy tiempo y los acompaño, sin caer en la compasión lastimera, pero tratando de apoyarles para que sigan sus sueños.

Varios se han ido de la universidad, les sobrepasó su cotidianidad, llena de abusos, de cargas impuestas, de enfermedades crónicas, de desagradables herencias o de malas elecciones. Aunque no lo he dicho, los extraño, porque siento que quizá no di lo suficiente para que siguieran con coraje sus metas.

Lo que sé, es que respetaré su decisión sin critica, ni juzgamiento. Luego la vida se encarga de devolver el efecto que generamos con cada decisión, por lo que tan solo espero siempre les regrese algo mejor.

Un día una alumna de cuarto año salió de mi oficina para plantearle a sus padres que no quería estudiar turismo, hoy es una estupenda psicóloga. Otro día le entregué el diploma de mejor alumna a un ser brillante y hoy trabaja en todo, menos en turismo. Decisiones...

Somos un laberinto eterno de preguntas, con muchas aún sin resolver. Quizá nuestra solución, no es válida para una pregunta similar de alguien con quien comparto mi aula, lo cual vuelve aún más complejo los dilemas.

Quizá la respuesta esté como dice la canción: ahí en el viento, que nos empuja, a veces con norte fijo y otras a la deriva.

Quizá aún ni siquiera hemos hecho la pregunta correcta, por lo que las respuestas nos pueden parecer banales o inoportunas. Sin embargo, todo algún momento comienza a calzar en el complicado rompecabezas de nuestra vida.

Este ha sido mi aprendizaje del 2019, espero que el 2020 sea aún más retador. Soy un eterno constructor de una aldea "glocal" que busca solidariamente en bien común. Para ello cuento con ellos, los que están en mi aula, los que me brindan momentos llenos de matices sobre la vida y la búsqueda permanente de la felicidad.

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